Nadie puede nombrar el día que una simia alumbró a unx humano

Maximiliano Ruelas

2024

Curaduría: Maya Renéé Escárcega

Es curioso, porque aunque sabemos que las fronteras entre lo humano y lo animal no existen, y que no hay edades definidas en la evolución, donde no hay una delimitación clara entre especies se genera una sensación de miedo. Las criaturas quiméricas, de naturaleza no concluyente o que escapan a nuestro entendimiento han sido un interés recurrente en la práctica de Maximiliano Ruelas. Habiendo recibido una formación en textiles en Italia, revisita el entramado de narrativas del Bajo Medievo y el Renacimiento —que por medio de la exportación forzada dan forma a nuestro presente—, aplicando procesos de confección a ejercicios escultóricos penetrables. Su instalación subraya en la vida festiva popular de estos periodos, el Carnaval, como un dispositivo para concebir un cuerpo colectivo osificado en figuras dionisíacas. Desde el pensamiento bajtiniano, el cuerpo grotesco es la encarnación humana del carnaval por su falta de disciplina, su naturaleza abierta y dinámica, caracterizado por la presencia de orificios, fluidos y mezcla de elementos corporales. Calibán es descrito en La Tempestad como un ser con sangre caliente, aletas de pez como brazos y piernas como un hombre. Sufriendo la misma suerte que las sirenas divisadas por Colón y los centauros vistos por el ojo lego —que se dice eran manatíes y jinetes montando a caballo respectivamente— , el personaje es identificado como un ternero lunar, un monstruo, un demonio y un esclavo. Desde su publicación en 1611, fungió como arquetipo del sujeto colonizado bajo connotaciones profundamente raciales: es indómito, festivo, violento y lascivo. De ahí que Ruelas tome sus títulos de la versión de Aimé Césaire, una adaptacion para un teatro negro que revisa estas cualidades desde la perspectiva latinoamericana. A contrapelo del cuerpo clásico, terminado y sellado en sí mismo, las esculturas se encuentran en un constante estado de devenir. Tratados con la solemnidad de los festivales y las ferias, los materiales contaminantes evocan un encuentro con nuestro cuerpo global, un segundo cuerpo físico que experimentamos por medio de nuestra huella ambiental. Deshilando la noción de hombre universal del canon clásico, la instalación revela la forma del cuerpo ideal, que del latín universitas, refiere a un número de personas asociadas en un solo cuerpo: una corporación.